Artículo invitado. Autora: Patricia Llaque Gálvez.
Al revisar cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus propósitos individuales, encontraremos vínculos con casi todos los otros ODS.
Sin embargo, es habitual encontrar a las distintas organizaciones poniendo el foco sobre uno o sobre algunos de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de manera aislada. Evidentemente, suelen elegir aquellos ODS para los que sus actividades y políticas suponen una contribución positiva.
Esta estrategia, no obstante, obvia que cualquier acción relacionada con la sostenibilidad tendrá efectos tanto positivos como negativos en el conjunto de los Objetivos.
Es por ello un imperativo que trabajemos dichos ODS dentro de un marco global que nos permita reducir los impactos negativos, así como aprovechar las interacciones positivas que se deriven de cualquier paso en nuestra trayectoria hacia el desarrollo sostenible.
De ello se deduce que no sólo se debe regular a cada subsistema de forma independiente, debido a la marcada interacción entre las relaciones de los mismos y los patrones de funcionamiento de todo el sistema general.
Pensamiento Lineal y Pensamiento Sistémico
Son muchas las investigaciones que, desde hace ya algunas décadas, confirman que el comportamiento de la naturaleza no siempre es predecible y menos aún con la exactitud deseada.
Existen fenómenos donde incluso una «sencilla» ecuación puede generar resultados marcadamente distintos cuando uno de sus valores iniciales es modificado en una milésima parte.
De otro lado, sabemos también que la Naturaleza no siempre responde a la lógica reduccionista como medio de conocimiento de muchas de sus manifestaciones; o que los efectos lineales de un número limitado de variables observadas no siempre informarán adecuadamente sobre las dinámicas globales.
En otras palabras, un proceso de disección cartesiano de las múltiples interacciones que dan vida a un sistema complejo no nos va a proporcionar el conocimiento necesario para emprender soluciones eficaces en un tema tan delicado y urgente como es la sostenibilidad.
Es cierto que la mayoría de los avances conseguidos en la ciencia y en la tecnología se han cimentado sobre una visión lineal de la naturaleza, pero es incuestionable que, para solventar con éxito la complejidad de los retos económicos, sociales y ambientales actuales, son necesarios nuevos enfoques.
Debemos entender también que todos los sistemas poseen características dependientes del tiempo y del espacio. En otras palabras, su expresión y organización dependen de un contexto real, lo que añade aún más dificultades al planteamiento simplificador mecanicista.
Intentar comprender de manera efectiva el funcionamiento de las dinámicas de la naturaleza requiere un cambio de paradigma, formular nuevas preguntas, desarrollar nuevas habilidades y revisar nuestra concepción acerca de nuestro «control sobre la naturaleza». Una naturaleza compleja, dotada de resistencia, resiliencia y capacidad de carga.
No será suficiente con que las tecnologías emergentes faciliten el procesamiento simultáneo de un número creciente de parámetros, se debe desarrollar una nueva línea de pensamiento que posibilite la interpretación y el tratamiento integral de la realidad, favoreciendo el desarrollo y ejecución de acciones con mayor impacto.
Para solventar con éxito la complejidad de los retos económicos, sociales y ambientales actuales, son necesarios nuevos enfoques.
Nuevas habilidades
El pensamiento sistémico permite movernos ágilmente entre el gran contenedor y sus distintos componentes, agudiza el reconocimiento de las conexiones no evidentes, pudiendo adelantarnos a consecuencias no previstas.
La comprensión de las dependencias mutuas, de la forma en la que todos estos agentes interactúan dentro de la complejidad del sistema, facilita la generación de una teoría del comportamiento dinámico, adaptativo, que contempla conceptos como la ambigüedad y la incertidumbre.
El pensador sistémico no sólo ha desarrollado una visión sistémica, sino que está capacitado para utilizar dicho enfoque en la comprensión y en la transformación de los sistemas, desarrollando las distintas acciones para producir los efectos deseados.
Para esto último, sin lugar a dudas, involucrar a todas las partes interesadas es esencial. Recordad que la sostenibilidad es un meta concepto, que implica a varias disciplinas, por lo tanto es fundamental lograr un compromiso colectivo.
Un esfuerzo de todos requiere grandes dosis de comunicación y de negociación, previa comprensión de que nuestras decisiones pueden influir en gran medida en las dinámicas de los distintos ecosistemas pero, que al mismo tiempo, nos hacen vulnerables a las consecuencias de dichas adaptaciones.